San Bruno

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Forma parte de un retablo desmontado procedentede la Cartuja de Portaceli y supone una joya delincipiente del barroco español. No sólo en el gesto sino en volumen y“tactilismo” de los hábitos,unidos al escorzo del brazo que avanza sobre el libro, encontramos el robusto viento renovador tras el manierismo del círculo de pintores de Juan de Juanes que llenan el siglo anterior.
Esta obra, creada por Francisco Ribalta, muestra el naturalismo que caracteriza a las pinturas barrocas. Con gestos y las formas de disposición del cuerpo son de gran riqueza, además del juego del volumen que se puede observar.

Francisco Ribalta

Bautizado el 2 de junio de 1565 en Solsona (Lérida), su familia se trasladó hacia 1572 a Barcelona, donde su padre ejerció el oficio de sastre. Allí hubo de iniciar su formación como pintor hasta 1581.hacia esta fecha debió de trasladarse a Madrid pues su primera obra conocida, los Preparativos para la crucifixión del Museo del Ermitage de San Petersburgo, aparecen firmados y fechados en Madrid en el año 1582. También estaría presente con sus trabajos en Algemesí y en Valencia. En esta última ciudad desde 1599 a 1617, donde crearía su “Última Cena” o “Institución de la Eucaristía”,  o el óleo sobre lienzo adherido a tabla del Colegio del Patriarca (retablo mayor). Centrada en el instante de la consagración, la Cena de Ribalta guarda según Antonio Palomino estrecha relación con la pintada por Vicente Carducho para las Carboneras de Madrid.

Es probable que la elección de Valencia como destino se debiese a su amistad con Lope de Vega, secretario personal del marqués de Malpica que, a su vez, era cuñado del arzobispo Juan de Ribera, conocido por sus demandas artísticas y a la sazón ocupado en la decoración de su Colegio del Corpus Christi. Al menos desde el mes de febrero de 1599 Ribalta se encontraba ya en Valencia donde, hombre piadoso según los testimonios de quienes le conocieron, se inscribió en la cofradía de la Virgen de los Desamparados. Inmediatamente después de su llegada a la ciudad gozó de la protección del arzobispo, para quien pintó algunos retratos, de los que se conservan en el Colegio del Patriarca los de Sor Margarita Agulló y el Hermano Francisco del Niño Jesús, tomados de los retratos que les hiciera Juan Sariñena puesto que él no llegó a conocer a los retratados.