Hipólito Rovira Mari

Era hijo del escultor Vicente Rovira y de su segunda esposa María Martí, y fue bautizado en la parroquia de San Esteban el 15 de agosto de 1695.

Rovira tuvo una temprana afición al dibujo y al grabado, animada y supervisada por Evaristo Muñoz Estarlich y por el grabador Juan Bautista Ravanals. Esta precocidad artística se refleja en un grabado aparecido en la obra Las tres púrpuras de Alzira. Bernardo, María y Gracia (escrita por el canónigo de la catedral de Valencia Jaume Cervera e impresa en 1707 en los talleres de Jaume Bordázar). Otra obra, más trabajada, fue el grabado para ilustrar el primer volumen del Museo Pictórico de Antonio Palomino. En 1716 grabó el retrato del venerable dominico fray Domingo Anadon para la vida escrita por el padre Serafín Tomás Miguel. Posteriormente grabaría la cabecera de las Patentes de sanidad de Valencia, encargo del Ayuntamiento de la ciudad, y también se encargaría de dos estampas con motivo de la canonización de Francisco de Regis. Hipólito Rovira también realiza retratos: del Marqués de Dos Aguas (su protector), del arzobispo Company (según un dibujo de J. Camarón), del duque de Alcudia y de Hugo de Moncada, general de las galeras valencianas (según un dibujo de J. Carmona).

Como muchos de los artistas de la época, viaja a Italia para formarse hacia 1720. Allí entra en contacto con Corrado Giaquinto y Sebastiano Conca. En Roma gozó de la protección del padre Vicente Ripoll, general de la orden dominica, dedicándose a copiar los frescos de Annibale Carracci del Palacio Farnese (según testimonian Orellana y Ceán).

Después de que su salud física y mental se resintiera, volvió a Valencia, donde pintó la cúpula de la capilla de san Luis Bertrán del convento de Santo Domingo. En 1736 recibe un pago por la limpieza de las mesas del altar mayor de la catedral de Valencia, para la que también pintó dos cuadros: La conversación de San Pablo y Santiago Matamoros. Para el monasterio de Zaidia pintó un Nacimiento del Niño Dios y una Virgen del Rosario. En la casa de Ignacio Vergara había otras pinturas suyas, como un Sacrificio de Isaac, según indica Orellana.

Su protector, Ginés Rabassa de Perellós, nombrado marqués por el rey Carlos II, tenía alojado a Hipólito en el palacio de los antiguos barones de Dos Aguas, y a él se debe el encargo para la nueva portada del palacio, ideada por Rovira y ejecutada por Ignacio Vergara y Luis Domingo a partir de 1740. Del mismo modo, también se encargó de diseñar una carroza para el marqués (la Carroza de las Ninfas, conservada en el palacio) que igualmente esculpió Vergara.

El empeoramiento de la salud mental de Hipólito Rovira provocó su traslado a la Misericordia y después al Hospital General de Valencia, donde moriría el 7 de mayo de 1765.

Aparte de sus facetas como pintor y grabador, Rovira destacó por sus dotes para el dibujo. Se conservan ejemplares que muestran sus aptitudes en el Museo de Bellas Artes de Valencia, diversas academias de desnudos, temas religiosos como La Inmaculada, San Antonio Abad o La muerte de la Virgen, además de una figura de un pastor (firmado el 11 de marzo de 1757) y dos dibujos curiosos que representan esqueletos, que guardarían relación con otro dibujo parecido que guarda el Museo del Prado.

Portada del Palacio del Marques de las dos Aguas

El palacio del Marques de las dos Aguas es un edificio representativo de Valencia que fue la antigua residencia de los Marqueses de dos Aguas, siendo en su origen un edificio de época gótica. Actualmente es producto de las sucesivas reformas que ha sufrido a lo largo del tiempo. La primera y más radical fue llevada a cabo en la década de 1740 en un acusado estilo Rococó. Los tres artífices principales de la reforma fueron el pintor Hipólito Rovira Meri, el decorador Luis Domingo y el escultor Ignacio Vergara Gimeno.

Entrando al edificio, de planta cuadrangular irregular y organizado en torno a un patio, sus fachadas se alzan sobre una planta baja y en dos alturas, y en un lateral se abre la puerta principal, realizada en alabastro por Ignacio Vergara a partir del diseño de Hipólito Rovira.

En la composición de esta magnifica portada realizada hacia 1745 se distinguen dos cuerpos separados por una sin-titulotytytytytytytytytycornisa mixtilínea. En el primer cuerpo se hace referencia a diversos vicios y virtudes, entre los que destacan los dos ríos mas caudalosos de la comunidad valenciana: el Turia y el Júcar, representados por dos grandes figuras humanas desnudas o atlantes; bajo ellas dos cántaros derraman agua en clara alusión al título de los marqueses. En la parte derecha de la portada vemos representadas dos cabezas de cocodrilo, un carcaj con flechas y una vasija por cuya boca se derrama el agua. Sobre este conjunto una de las dos grandes figuras antes aludidas y más arriba decoración de hiedra a cuyo tronco se enrosca una serpiente. En el lado izquierdo, un león recostado, otra vasija derramando agua y otro carcaj con flechas. Sobre el lomo del león descansa el pie del otro gigante. Completa el conjunto diversa decoración de tipo vegetal y una palmera.

En el dintel de la puerta esta el escudo de los marqueses, el escudo de los Rabassa Perellós y sus diversos entronques nobiliarios mientras que dos figuras rodean o protegen el escudo.

En el cuerpo superior, en una hornacina, esta la imagen a tamaño natural de la Virgen del Rosario, elegida como patrona por la Casa de Dos Aguas. A los pies de la Virgen dos matronas arrodilladas una de ellas con una cornucopia de la que se derraman frutos (alegoría de la Agricultura y la Prosperidad) y la otra con una vasija a sus pies de la que salen monedas (alegoría de la Justicia y la Magnanimidad). Flanquean a la Virgen del Rosario dos pares de sirenas aladas de pequeño tamaño. En toda la portada se desprende la desbordante voluptuosidad del estilo rococó. La Virgen del Rosario era una muetra de la imagineria policromada de Ignacio Vergara, pero ésta desapareció y la que ahora vemos es una copia en yeso realizada en 1866 por Francisco Molineli Cano. La hornacina tiene una tapa que permite la ocultación de la imagen: cuando los marqueses se encontraban fuera de palacio la imagen de la Virgen se encontraba oculta y cuando si lo estaban, la imagen aparecía descubierta a la vista de la gente.