NICOLÁS BORRÁS

Fue un pintor renacentista valenciano, discípulo y continuador del estilo de Juan de Juanes, que con él se prolongará hasta el siglo XVII, quedando al margen de las nuevas corrientes naturalistas representadas por Francisco Ribalta y Juan Sariñena. Nacido en 1530 en Cocentaina (Alicante), Nicolás Borrás fue hijo de Jerónimo Borrás, sastre de profesión, y de Úrsula Falcó. Parece probable, por lo que él mismo declaró en alguna ocasión, que se formase en Valencia en el taller de Juan de Juanes, a quien años después llamaba «preceptor y queridísimo maestro», en compañía de un hijo de éste, Vicente Joanes, con quien más adelante aparecerá relacionado.

Las primeras noticias que se tienen de Nicolás Borrás como pintor datan de 1558, cuando se encontraba trabajando en la conclusión del desaparecido retablo mayor de la iglesia del Salvador en su próspera localidad natal.  En 1588 se encontraba en el monasterio jerónimo de San Miguel de los Reyes (Valencia), para el que pintó, entre otras obras, el San Miguel del retablo de la Concepción y un Cristo a la columna en el claustro (actualmente en el Museo de Bellas Artes de Valencia), asunto que repetirá en la iglesia de San Nicolás de Valencia y en el convento de los franciscanos de Cocentaina. Según Orellana dejó también su autorretrato en la celda del prior, ante una imagen de la Virgen. En 1591, de nuevo en Valencia, asistió a la consulta que la Generalidad Valenciana hizo a los mejores pintores de la ciudad y del reino acerca de la decoración de la Sala Nova del Palacio de la Generalidad Valenciana. En 1588 se encontraba en el monasterio jerónimo de San Miguel de los Reyes (Valencia), para el que pintó, entre otras obras, el San Miguel del retablo de la Concepción y un Cristo a la columna en el claustro (actualmente en el Museo de Bellas Artes de Valencia), asunto que repetirá en la iglesia de San Nicolás de Valencia y en el convento de los franciscanos de Cocentaina. Según Orellana dejó también su autorretrato en la celda del prior, ante una imagen de la Virgen. En 1591, de nuevo en Valencia, asistió a la consulta que la Generalidad Valenciana hizo a los mejores pintores de la ciudad y del reino acerca de la decoración de la Sala Nova del Palacio de la Generalidad Valenciana.

JUAN DE JUANES

Formado en el taller paterno, en 1534 se encargó ya en solitario del retablo de San Eloy en la iglesia de Santa Catalina, dañado en un incendio en 1584 y copiado por Francisco Ribalta. De él subsiste únicamente la tabla de la Consagración de san Eloy como obispo de Noyon, conservada en el Museo de la Universidad de Tucson, la primera obra plenamente autógrafa que se le puede asignar. Se conjetura si Juanes estudió en Italia, pues recibió la influencia de la pintura de dicho país, especialmente de Sebastiano del Piombo. Los historiadores tienden a pensar que nunca salió de España y que, como su padre, absorbió esas influencias observando las pinturas extranjeras que llegaban al Reino de Valencia. Concretamente, de Sebastiano del Piombo, existían varias obras importantes, que fueron copiadas e imitadas por múltiples artistas.

En la Valencia de su época Juan de Juanes fue el pintor de mayor relevancia. Dedicado fundamentalmente a la iconografía religiosa, entre sus obras destacan La Santa Cena, San Sebastián en la sinagoga, La Sagrada Familia, el retablo de la Iglesia de Fuente la Higuera, Asunción de Nuestra Señora, las Bodas místicas del Venerable Agnesio (buen ejemplo del Renacimiento), el retrato del Venerable donante y La Inmaculada Concepción, que es considerada como su obra maestra, como predecesora de la tipología iconográfica que Francisco Pacheco, en su Arte de la pintura, expondrá como canónica.

Representante del Renacimiento valenciano en una época ciertamente convulsa por motivos religiosos y políticos, De Juanes consiguió crear un estilo propio y unos tipos iconográficos que serían repetidos por sus seguidores. Son importantes sus Salvadores Eucarísticos, Ecce Homos y Dolorosas. Provocó un cambio en la pintura valenciana y es el mejor representante de este ambiente prerreformista de mediados de siglo XVI.

Iglesia de la Santa Cruz o Antiguo Convento del Carmen. Segundo claustro.

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El segundo Claustro de la Iglesia se construyó en el siglo XVI y fue diseñado en base al movimiento renacentista por lo que se le conoce como “claustro renacentista”.

El claustro consta de amplios lados y planta cuadrada, aunque ligeramente irregular, se compone de dos cuerpos: el inferior con ocho arcos sobre columnas en cada panda y el superior con dieciséis arquillos de menor tamaño.

Colegio Seminario del Corpus Christi.

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Este edificio de grandes dimensiones y de claro estilo renacentista fue construido en 1585 y terminado en 1615. El autor es San Juan de Ribera. El edificio lo constituyen una serie de dependencias colegiales unidas a una Iglesia. La parte del claustro es la zona más representativa y donde se hace de notar el estilo renacentista en detalles como las columnas de mármol genovés. La iglesia de planta de cruz latina y representada en su interior por una rica decoración tales como frescos.

En la fachada destaca la galería superior de arquillos y la torre campanario de la esquina. La portada realizada en mármol presenta un arco adintelado flanqueado por columnas pareadas sobre pedestales. Entre el claustro y la Iglesia se encuentra un patio inspirado en el estilo renacentista.

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Catedral de Valencia.

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La catedral de Valencia se desarrolló en diversos siglos, recibiendo influencias de varios estilos; gótica, románica, renacentista y barroco.

En el período del Renacimiento destacan dos obras principales: las pinturas del retablo mayor, de Fernando de los Llanos y Fernando Yáñez de la Almedina; y la Obra nova, una tribuna de tres pisos de estilo renacentista y que conecta la catedral con la basílica de la Virgen de los Desamparados.

La Obra Nova es una galería renacentista construida en 1566 por el arquitecto Miquel Porcar y destacan en ella las arcadas abiertas en sus dos pisos superiores. El piso inferior presenta arcos ciegos separados por pilastras. El primer piso contiene una arcada abierta cuyos vanos se separan por pilastras jónicas, mientras que el segundo se conforma por medio de una arcada soportada por cortas y estrechas columnas jónicas.

Esta tribuna era para contemplar los espectáculos públicos de la plaza como procesiones o ejecuciones públicas. Esto último es algo realmente macabro. Hoy nos preguntamos cómo podía la gente asistir con ilusión a contemplar la ejecución pública de un individuo.

Características y evolución artística

El Renacimiento supone un nuevo orden cultural y artístico en la Europa de los siglos XV y XVI, e históricamente una transición entre la Edad Media y la Edad Moderna. No obstante, su evolución y características dependieron de las circunstancias del lugar: es el caso de España donde el auge del cristianismo, así como sus circunstancias económicas y sociales, impiden que durante el siglo XV arraigue el fenómeno Renacentista. Más concretamente, en Valencia, donde las circunstancias no eran tan desfavorables, la continuidad y dominio del gótico a lo largo del Quattrocento resulta más que evidente.

Es ya a finales del siglo XV cuando las tendencias italianas del mundo clásico empiezan a llegar a la capital del Reino de valencia, principalmente en el aspecto pictórico, que mantendría su auge a lo largo del siglo XVI en detrimento de la escultura. Estas influencias llegan en forma de artistas y obras importadas, y poco a poco sientan las bases del canon renacentista. Por tanto la escultura renacentista de concepción clásica, la inspirada en la imaginería italiana y en el retorno a las formas clásicas de la Antigüedad en la búsqueda de la belleza formal, no se introdujo en España ni con rapidez ni con facilidad.

La escultura de Valencia en todos sus ordenes es escasa a lo largo de estos siglos, y escasos son también los autores documentados que en su mayoría quedan en el anonimato, principalmente por dos motivos: en primer lugar, es al final del período gótico cuando la escultura se va independizando progresivamente del marco arquitectónico al que tradicionalmente había estado vinculada, y cuando las figuras de bulto adquieren categoría de estatua, hasta entonces relegadas a un ámbito ascético y religioso. Así, la escultura de la ciudad de Valencia se inicia con la obra de artesanos pertenecientes a los gremios, las agrupaciones por oficios nacidas en el seno de las ciudades de la baja Edad Media con el objeto de controlar el aprendizaje y el ejercicio profesional y de proteger a sus miembros. Uno de los más famoso de la ciudad será el Gremio de carpinteros de Valencia, que tendrá un gran auge a partir del siglo XVII. Paralelamente hay un surgimiento de la escultura monumental, una escultura innovadora en la ciudad de Valencia por ser de carácter público y romper, al menos temporalmente,ese vínculo a lo religioso. Estas suelen ser cruces como emblemas sacros del Cristianismo, que ya venían realizándose desde el siglo XIV, imágenes escultóricas de ángeles en distintos tipos de portadas, ya sea en madera o piedra, e incluso puentes. Sin embargo el siglo XVI transcurriría sin que se erigiera ninguna otra escultura monumental en la ciudad hasta el último tercio del siglo. Hay diversas las razones para esto: el fin de las Germanías y triunfo de la nobleza además de una fuerte centralización relegaron la importancia del consejo municipal a un segundo lugar; el movimiento contrarreformista que también acabaría plasmándose en las artes; y finalmente dos hechos de transcendencia artística que determinan la escasa importancia de la escultura valenciana del periodo: por un lado, la preferencia de la aristocracia por las obras de importación, por otro, el hecho de que Damián Forment, el único escultor relevante del pleno Renacimiento, enfrentado a los gremios de la ciudad, ejerció su actividad en tierras de Aragón.

Precisamente fue en Castilla y Aragón donde la escultura renacentista adquirió mayor protagonismo: en núcleos como Valladolid, Madrid, Zaragoza, Ávila o incluso Sevilla y Barcelona, la plástica renacentista tendría un gran aceptación y con ello, el surgimiento de escultores españoles como Bartolomé Ordoñez, Gabriel Yoli, Felipe Vigarny o Vasco de la Zarza, siendo las producciones más habituales los retablos, la imaginería de madera policromada, los relieves y la ornamentación renacentista de edificios góticos, como es el caso del estilo Plateresco. Por el contrario, en Valencia todos estas tipologías se manifestaron de forma muy tímida. Quizás el retablo sea la categoría predominante, permaneciendo todavía fieles a la tradición gótica donde predomina la pintura.

Destacan ciertas obras de importación, sobre todo las enfocadas a un estilo más cortesano, mitológico, y obras de artistas de renombre no valencianos, como la Resurrección de la Capilla de Trasaltar de Bartolomé Ordoñez. Cabe mencionar que el artista valenciano Damián Forment tuvo una una importancia capital en el desarrollo del Renacimiento en Aragón.

Virgen con el niño y San Juanito

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Llegado a Valencia en el séquito del cardenal Rodrigo de Borja junto con el napolitano Francesco Pagano, Paolo de San Leocadio introdujo las novedades del quattrocento italiano que después repercutirían en otros pintores como los Osona, Falcó o Macip.

La composición piramidal y los gestos y miradas de las figuras revelan ecos leonardescos asimilados a través de los Hernandos. Esta pintura de carácter privado y devocional, encargo quizá de doña María Enríquez, ha sido relacionada con una tabla citada en la sacristía de la colegiata de Gandia. Existe también una composición muy similar a ésta, firmada por el pintor, en colección particular.

.Se trata de una pintura en la que, lo que se irá configurando en Italia como estilos leonardesco y rafaelesco, se unen con gran armonía.

Retablo de la Purísima concepción

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Durante su etapa valenciana (1496-1508), Damián Forment trabajó en colaboración con su padre Pablo y su hermano mayor Onofre, y llevaron a cabo el primer retablo mayor que tuvo la capilla dedicada a la Purísima Concepción en el Convento de la Puridad. Actualmente se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Valencia con la posibilidad de observalo, ya que fue sustituido a mediados del siglo XVII por otro retablo de Leonardo julio Capuz, más acorde a las tendencias barrocas del momento. Este retablo tardo-gótico es conocido popularmente como el de La Puridad. La obra pictórica es de Nicolas Falcó mientras que la imaginería es de Pablo, Damian y Onofre Forment. Se trata de un retablo con influencias aragonesa y con pinturas al óleo sobre tabla fechado entre 1500-1515. El conjunto presenta un marcado carácter eucarístico, con una policromía dominada por el dorado que contrasta con el verde y el rojo de las figuras pictóricas. En el centro de retablo, sobre una peana se sitúa la talla de la Inmaculada Concepción, y en las calles laterales se representa la Natividad de María y la Presentación en el templo junto a San Joaquín y Santa Ana.

Aunque esta obra todavía esta marcada por la tradición gótica, tiene elementos innovadores como la inclusión deliberada de pequeñas esculturas o el más elaborado diseño de los maderos, lo que marca el principio de una tendencia que irá a más en el género de los retablos, y que impulsa la carrera de su autor.

Resurrección de la Capilla de Trasaltar

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Ubicada en la Catedral de Valencia, en la parte del trasaltar nos encontramos con la Capilla de la Resurrección, llamada popularmente como la Coveta, obra de 1510 realizada en alabastro traslúcido y cerrada por un magnífico pórtico de alabastro de tres arcos.

La capilla-resurreccion-cxatedral-valencia-2445capilla fue donada por el papa Alejandro VI en memoria de su tío el papa Calixto III.

El diseño de la capilla se adapta perfectamente a la forma poligonal de la girola y es una gran representación del arte renacentista en la ciudad de Valencia. Pero de entre los múltiples elementos que forman el conjunto destaca el altorrelieve de la Resurrección del Señor en piedra alabastrina pulida y abrillantada de Bartolomé Ordoñez, aunque a día de hoy se sigue discutiendo su autoría. Conserva restos de policromía y del dorado que lo decoraban en su aspecto original.

En el centro del relieve vemos la figura de Cristo Resucitado saliendo del sepulcro acompañado de varios ángeles con otras figuras a los lados.

San Sebastián atendido por las Santas Elena y Lucina.

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Fechada entre los años 1630 y 1640, esta pieza es un claro ejemplo del estilo de este pintor valenciano Jose de Ribera, el cual se formó  artísticamente en Nápoles. Sobre un fondo oscuro, casi negro, representa al santo desnudo con un extraordinario estudio anatómico, intensamente iluminado. Mientras, Santa Irene en la penumbra retira las flechas del martirio. Detrás, entre las sombras, se vislumbra la criada que ayuda en los quehaceres y equilibra una composición marcadamente diagonal muy recurrente en las obras de la época, con un realismo visible al ojo del interesado. Actualmente, este gran lienzo se expone flanqueado por otras dos obras autógrafas de Ribera, “Pitágoras” y “Heráclito”.